martes, 31 de julio de 2018

Día 46. Volver, volver, volver

Por estas fechas es bueno  recordar en volver siempre a donde fuimos felices. Y he aquí, mi entrega, otra vez.

Ha vuelto la búsqueda de mi poder impetuoso, de las ansias, gravitando sobre mi pulso, instinto vagabundo que esconde brotes de valentía, horizonte melodioso, libertad de mis quimeras.

Aquí muero por la suplica de la tinta, y besaré tu respiro, mansa claridad de certezas,  mientras el fuego en mi interior retorna rebeldemente reclamando el júbilo permanente. Letras dulces, aquí todavía no me he olvidado, quizá fue incierta la marejada en que escondida estuve, pero hallé de vuelta el velero, y me trajo hasta tus brazos, rebosando cándida, iluminada de ti, de las ingeniosas miradas que flecharon mi Ser.

Amada, ten paciencia, tenme cielo donde mi vuelo sea un pájaro y una nube enamorada sinfín; amada, ten tu nombre en mis versos sin final.

I. Goretti ®

miércoles, 2 de enero de 2013

Día 45. Ayeres.


Estuvimos a punto de acabarnos las miradas que se escondían en los bolsillos con ímpetu, casi ajenos, al principio de una dulce caricia que nos sostuvo con la fragancia de un beso.

Nos cobijamos del frío, con los ayeres de un recuerdo, lanzando un quejido al viento moribundo, inventamos primaveras que pudiesen salvarnos del invierno que atravesaba nuestros frágiles huesos de seda, éramos como la incesante lluvia que cabalgaba penas en cada rincón sin esquinas, y transcurrieron las inquietudes de encontrarnos piel con piel, devorarnos el cabello con premura, hasta incendiarnos, así como persiguiendo el capricho de agotar la noche sin prejuicios.

Incrédulos, con las manos descubiertas, nos dijimos tantas cosas, en la complicidad de la oscuridad que nos sostenía los labios con urgencia de nuestros latidos revueltos, desaforados.

Casi tan pronto como pudimos despertamos tantas cosas y mis ayeres eran tus ayeres, ayeres que crujían como hojas al pisarlas, estábamos perplejos ante la carencia de nombres que se fusionaban, el insomnio, la flama, lo incierto, la brisa, el calor. Nuestros ayeres tenían formas, colores, risas, recuerdos, aromas, tenían sueños dispuestos a descubrirse en el ocaso y culminarse en las auroras sin destino, tenían ayeres que se sentaban a esperar la señal de arrojarse en sus anhelos.

El murmullo de la risa amparó la latitud de nuestros cuerpos, casi en júbilo y con besos afortunados nos sujetamos a la vida que nos trazaba sin el límite de cada boca melancólica.

Y a nuestra suerte, mala suerte, acabó con los ayeres, tus ayeres, mis ayeres, que fueron ayeres que se prohibieron sin mirarse, cuando la taza de café heló y tú, tú no pudiste sostenerte más, entonces, hasta entonces vibró una lágrima que desmoronó la dualidad del silencio y el griterío, fue hasta entonces que nuestros ayeres fueron el uno mismo y el más ajeno a la memoria, y el secreto alcanzó a pronunciar su entrega y convertirse en ayer
con la última taza de café
                       y dos cuerpos,
                                     y dos voces,
                                                   y una cama,
                                                           y una memoria,
                                                                           y un suspiro,
                                                                                        y un latido...
                                                                                                       Y un ayer.

I. Goretti.®


viernes, 21 de diciembre de 2012

Día 44. Utopías.

De todas aquellas utopías mías que llegaron a formar parte de mi pensamiento murmurado, y que mencionarlas una a una sería poco prudente de mi parte, un desatino, diría yo. Entre todas ellas hubo una que fue irrealizable, durante dos años se valió de cada partícula mía, del éter, del hoy y del mañana, de cada suspiro, de lo triste, de lo amargo, de todo lo malo, y lo bueno.

-¿Quién diría que sería capaz de fugarme hasta tu nombre y volcarle poesías silenciosas?-

Y estuviste ahí, latente, mágico, extraño, frágil, atento y audaz, con promesas incumplidas, ilógico, con locura, fugaz, esporádico, confuso, luego efímero, con sonrisas en la voz, ardiente, con la mirada quieta, inteligente y coqueto, siempre silencioso y misterioso, inquieto y con lo travieso en las palabras así como queriendo saberme más.


Fue el infinito de cada día, una dosis del veneno favorito, la compañía más disfrutable, una agonía, un lamento, un cielo, un infierno, el deseo, lo callado, el sueño, el vuelo, la tranquilidad y mi delirio, el destino, la vida, el dolor, la imaginación, la suerte, lo hermoso, el nombre; él fue la noche y el día, el abrazo y el beso, la caricia, el murmullo, la mirada, la fuerza, lo voraz, lo envolvente, lo nuestro, lo tuyo, lo mío, lo tibio, lo diferente, lo sabroso, lo tímido, el juramento, el te quiero, el te odio, el te extraño, el engaño, la ternura, la franqueza, la brisa, la lluvia, el sol, las nubes, el arcoíris, la luna y las estrellas, la marea, las olas, la tormenta, el desierto, el fuego, el tiempo, el universo, el olvido, la entrega, lo ingrato, la crueldad, lo vasto, el alma, mi cura, lo improbable, la posibilidad, el encuentro, la emoción más bonita, fue lo auténtico, el recuerdo, el instante, lo sincero, lo intenso, la canción, el tatuaje, el juego, la carcajada, la pena, el oxígeno, el agua; él fue la piel y más allá, lo distante, lo ajeno, lo compartido, la mentira, el invierno, el verano, la primavera, mi otoño, fue lo primero, lo oculto, la historia, el segundo, la despedida, la promesa, lo loco, lo tonto, lo importante, lo maduro, tantas cosas.

Él fue la chispa, el hechizo, el corazón, el latido, el consentido, lo incomprensible, lo valioso, la transparencia, lo indiscreto, la pertenencia falsa, mi horizonte, el viaje al firmamento, la bendición, lo capaz, él fue la risa, la paz, la armonía, la libertad, los colores, la luz, la oscuridad, la herida, el secreto, el celo, el destello, lo gélido, el brillo, el escalofrío, lo complicado, lo deseable, lo prohibido, lo interesante, lo inteligente, lo encantador, lo elegante, lo hombre, lo caballero, lo absurdo, la razón, mi razón, la existencia, la tempestad, lo profundo, lo depresivo, lo impulsivo.

Él fue el aroma, la inmensidad, el escape, la distancia, la confusión, la memoria, la pasión, el terciopelo, el renacer, el insomnio, la perdición, lo ausente, la duda, la devoción, el placer, el arte, la confianza, la pérdida, lo clandestino, lo humano, la bondad, lo aberrante, lo extremo, lo atento, lo sencillo, lo perverso y juguetón, lo incierto, lo inolvidable, el grito, la muralla, la frontera, la ropa, la desnudez, lo terso, el temblor, lo peor y lo mejor, lo terco, lo alegre, la dulzura, lo irresistible, la necedad, lo real e irreal, el objetivo, la costumbre, la soledad, el ayer, el hoy, el futuro, la esperanza, el sabor, la sangre, las mariposas, el eclipse de luna y sol, la fantasía, lo feroz, las alas, el vuelo, el culpable, lo hermoso, lo maravilloso, la búsqueda, el perfume, él era el rostro, las manos, los ojos, las orejas, los pómulos, la nariz, los labios, las piernas, el cabello, el carisma, los gestos, los pasos, el caminar, la voz, el silencio, mi silencio, el joven, lo excepcional, mi medicina, el conocimiento, el orgullo, mi religión, el embeleso, el calor, la barbarie, mi dueño, mi brújula, la semana, el mes, el aniversario, el ejemplo, la admiración, lo contradictorio, él fue el licor, el humo, la playa, el mensaje, lo inesperado, el café, los libros, el amor, la palabra, la tinta, la inspiración, la poesía, mi poema, él fue mi todo. Y ahora simple, sencillo como la nada.